Mi arte comienza con mi-r-arte.

Dice Carrión que "el arte está en las cosas que no presumen de él". A ver cómo le explico yo que yo misma presumo de ti porque ver cómo te quitas la ropa es un arte aún no reconocido en el que cualquier creador estamparía su firma. A ver cómo le digo, o le decimos, que nosotros cuando nos juntamos somos ARTE; así, en mayúscula, porque es digno de la galería más prestigiosa del Museo del Louvre de París.

Hay que decirle que cuando bailamos Tchaikovsky recompone "El lago de los cisnes" siguiendo nuestro compás y que, gracias a ti, aún confío en mi y en la locura de dejarse llevar. Anda, ve y explícale que el Cubismo renació la noche en la que tus pedazos y los míos se pegaron unos sobre otros hasta quedar enmarcados y que la Venus de Milo no representa a la Diosa de la belleza mejor que yo cuando amanezco a tu lado, con el pelo a lo loco y la mirada perdida...dile que ésta no se encuentra hasta que se cruza contigo. Enséñale el diario. El nuestro. El que contenía el recuento de besos que no nos habíamos dado. Que entienda que no sólo Noah escribe cuando echa de menos...y dile que recomenzamos la cuenta cuando no podíamos parar de besarnos. Y ahora tenemos una trilogía...  



¿Cómo le hacemos entender que Gaudí no era mejor arquitecto de lo que podemos ser nosotros cuando improvisamos? Vale, que sí, que él le dio color a la Ciudad Condal, pero nada que ver con los colores que se forman cuando estallas a carcajadas y alegras a aquellos versos tristes de Neruda porque, a diferencia de lo que le pasaba a él, tú me quieres y yo también.


Sosufer.

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