Domingo se muerde la cola.
Otra vez: domingo.
Acaba de saltar Mika
en mi Spotify y me he acordado de ti metido bajo mis
sábanas. En la mesilla tengo un café solo justo al lado de mi
último boceto como resultado de sumar papel, lápiz y la firme
intención de encontrarme a mi misma...pero me perdí buscando e hice
un estúpido autorretrato al que nunca pondré título.
He pensado mucho (o no tanto) y no concluyo más allá de que me ahogan esos momentos con tantas
dudas: ese no pero sí, ese sí pero tal vez no. Esa noche en la que
no duermo pero tampoco hay insomnio; ni tampoco estás tú. Ese
instante en que cuestiono cada uno de tus lunares. Ese día en que el
Sol me abraza y me protege del frío que cuando te fuiste quedó...Espera, que ya es mediodía y hoy no conozco mejor astro
que una pizza congelada.
Tú. Yo. Tú. Yo. Tú. Yo. Tú. Yo. Tú.
Nosotros. Yo...¿Yo? ¿qué quiero? -Desperados, para
acompañar.- Tres minutos de microondas dan para muchas vueltas. Las suficientes que me aclaren que he perdido la batalla de las
deducciones.
Tengo resaca a causa de los recuerdos
que aún no hemos vivido. A causa de intentar decidir si marcharme o
seguir viviendo a base de insistir una vez más. A causa de fustigarme
mentalmente tratando de averiguar quién va a querer quedarse el
tiempo suficiente para ayudarme a entender qué es lo que tengo en la
cabeza.
Tirarme en plancha sobre el sofá es mi
máxima aspiración en el día de hoy (es eso o beber para olvidarte
y ya he dicho que estoy de resaca). Así, más cómoda, para
comenzar con el ritual:
- Una visita rápida por las redes intentando no encontrarte para terminar encontrándote sin querer en el último intento...o penúltimo, según mi orgullo me permita.
- Mi nueva serie favorita, la que me presenta la vida como una mierda con soluciones (peor que un sudoku). Pero a ellos, cabrones, siempre les acaba saliendo bien.
- Spotify de nuevo: Ed, Leiva, Morat, Bob, Howie, Sum 41, Taylor, The Script... No sé si ellos me entienden más que yo a mi misma, si sus canciones están hechas para mi, si soy su musa a destiempo. No sé. Ya no estoy lo suficientemente lúcida, mis ojos se cierran y mi descontrol mental se desvanece...
Fundido a negro neuronal y un último
pensamiento: puede que J. Lennon tuviera razón diciendo que no somos
la media mitad de nadie; que nuestra vida está completa con nosotros
mismos; que no necesitamos cargar a otra persona con nuestros
problemas. Puede, tan sólo puede...
-
-
-
-
-
Doce de la noche: suena el teléfono.
Despierto:
Ahora
llegas. Me preguntas si duermo. Ahora dudo. No sé si es bueno. Aún
así, contesto.
Vuelta a empezar.
Sosufer.
Sosufer.
Comentarios
Publicar un comentario