Cuando más por más da menos.

Es extraño que sentados en el mismo lugar, hablando de las mismas cosas, mirando la distancia de cerca, precisamente no sepamos acercarnos. 

Recuerdo aquella tarde como si fuera ayer: allí, por obligación pero sin pistolas; por obligación no forzada; por obligación sin ella...estábamos nosotros. Allí, porque decidiste echarme en cara que nunca accedía a verte o que lo hacía pero huía después con excusas baratas. Allí, juntos, se hizo la luz.




No sé si era una señal divina pero por unos minutos aquel abeto de hojalata se iluminó a nuestras espaldas, interrumpiendo nuestra conversación. Maldito árbol. Maldita yo que por primera vez en mucho tiempo admiré ese invento de la humanidad llamado "Navidad". Maldita yo que por cinco segundos dejé de temblar y de pensar en ti por mirarle a él. Maldito tú que me seguiste el juego y miraste también. Bendito él, que me sirvió de relajante "artifinatural" y pude después permitirme dejarle a un lado para seguir al tuyo sin salir corriendo. Sin mirar el tiempo. Sin pensar que por mucho que tú y yo estuviéramos allí, solos; allí, juntos; allí... hoy los dos íbamos a estar separados.

Porque ayer sumábamos, sí, pero que hoy restamos, también. 

Sosufer.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares